¿Qué comeremos en los próximos 50 años?

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Por: Lic. Carolina ChevallierEspecialista en nutrición
Ciertamente es una pregunta que nadie puede responder a ciencia cierta, sin embargo, se puede repasar lo que en el pasado condicionó el presente para arriesgar alguna visión, sostuvo como introducción de su conferencia sobre este tema, el Dr. Benjamín Caballero, de la Universidad John Hopkins, Baltimore, EEUU, con motivo del 12º Congreso Latinoamericano de Nutrición que se llevó a cabo en Buenos Aires Argentina en el mes de noviembre del 2000.
Factores que condicionaron lo que comemos
Lo que el hombre ha ido comiendo a lo largo de la historia, estuvo influenciado por numerosos factores, principalmente económicos, culturales y poblacionales. Efectivamente, hace 400 años la población mundial tuvo un pico de crecimiento, que coincidió con el aumento repentino en la producción agrícola, que se dio en llamar “la segunda revolución agrícola”.
Probablemente, el aumento de la población, hoy como ayer, es uno de los factores que más influirá en lo que comeremos dentro de 50 años. La población crecerá mucho más todavía, especialmente en zonas urbanas. Esto traerá enormes implicaciones nutricionales. China agrega cada año 13 millones de bocas para alimentar. La india, será para el 2020 el país más numeroso del mundo. ¿Cómo vamos a responder a este desafío?.
Por otro lado, al momento de analizar la composición de los alimentos, uno de los factores a tener en cuenta son las características de la población. Por ejemplo, en el primer mundo la gente tiene cada vez menos hijos, por lo que va en aumento la proporción de gente mayor; es decir de gente vulnerable a enfermedades crónicas.
Entre otros factores también se encuentra el poder adquisitivo. Por ejemplo, cuando mejoran las condiciones económicas, la gente consume más carne. Para producir 1 kg de vaca hacen falta 7 kg de cereal, para producir un kilogramo de cerdo hacen falta 4 kg de cereal y para producir 1 kg de ave, 2 kg de cereal. Pero esa cantidad de cereal, en realidad se desvía del cereal disponible para el consumo humano. Si esto se modificara, tan sólo en parte, generaría un gran impacto. El nivel de ingresos mundial, en general va en aumento, con lo que la gente cambia ciertos hábitos alimenticios y prefiere otros.
También la producción de alimentos está muy relacionada con el condicionamiento de lo que comemos y a su vez con el aumento de la población. Paradójicamente, a medida que aumenta la producción de alimentos, disminuyen las tierras cultivables, debido a la urbanización, la industrialización y al deterioro en el rendimiento de las mismas. Pero, por otro lado, existe la esperanza de que las nuevas tecnologías puedan desarrollar productos que mejoren esto. Un claro ejemplo es el “Golden rice o arroz dorado”, un cultivo que se encuentra en etapa experimental, derivado de semillas genéticamente modificadas que aporta 9 veces más hierro y 3 veces más vitamina A que el arroz común.
No nos podemos olvidar de los patrones de consumo, que a su vez están relacionados con las tradiciones, la educación y el marketing. Las fuerzas que hacen que las personas coman una cosa u otra, son muy fuertes. En general las personas ricas tratan de comer como los pobres: menos grasa, menos proteína animal, menos calorías. Y los pobres tratan de comer como los ricos: más grasas y proteínas animales y mayor cantidad de calorías. Hoy en día, es mucho mayor la disponibilidad de proteínas de origen vegetal. Pero las personas tienden a aumentar el porcentaje de proteína de origen animal en su dieta. En Argentina se consumen al año, 87 kg de carne por persona, en México 51 kg y en El Salvador 17 kg.
Algunos hábitos han ido mejorando, por ejemplo en Estados Unidos, el porcentaje total de grasas de la dieta ha ido disminuyendo. Este bajo consumo de grasa se dio principalmente porque disminuyó el consumo de grasas dentro del hogar. Sin embargo, la cantidad de calorías provenientes de comidas hechas fuera de la casa ha ido aumentando. Actualmente, llega al 45 por ciento de las mismas, e incluso más en adolescentes. Las comidas rápidas son un factor muy importante en el impacto sobre la salud de la población. Por ejemplo, en Pekín, en el año 1972 no existía ningún comercio de hamburguesas famoso. Para el año 1997 ya se habían instalado más de 2000.
Otro problema es el aumento en el número de televisores, ya que se ha comprobado la relación entre horas de televisión y prevalencia de obesidad, sobre todo en niños y adolescentes. En recientes estudios llevados a cabo en lo Estados Unidos se vio que un adolescente pasa en promedio 43 horas semanales frente al televisor.
Condiciones nutricionales que han variado
Por otro lado, han variado ciertas condiciones nutricionales:
Por ejemplo se ha reducido drásticamente la necesidad de energía. Uno de los factores determinantes de esta reducción ha sido el transporte automotriz y la alta disponibilidad de transportes y el estilo de vida actual, mucho más sedentario. La óptima relación está llegando al límite de la capacidad del ser humano. Porque al disminuir el requerimiento energía, una persona puede disminuir paralelamente lo que ingiere, pero el comer es principalmente para que una persona quede satisfecha y le produzca placer y además permite el ingreso de micronutrientes. Por eso la cantidad de comida puede reducirse hasta cierto punto, pero no más. Por esta razón, se hace cada vez más difícil mantener el peso.
Actualmente existe una amplia oferta de energía, ya que han aumentado los alimentos de alta densidad energética, es decir poco volumen y muchas calorías.
Actualmente existe la necesidad o el deseo de consumir alta cantidad de nutrientes individuales con fines preventivos, como por ejemplo antioxidantes.
Hoy en día la gente tiene acceso a alimentos fortificados, suplementos nutricionales, nutraceúticos, es decir una serie de productos que resultan de la respuesta de la industria a las inquietudes y demandas actuales del consumidor.
Nutrición y genética
Se ha venido observando, que cada persona responde de manera diferente a la ingesta de nutrientes, es decir que los individuos responden en forma muy diversa ante el estímulo de diferentes genes. A medida que la genética se conecte con la nutrición, se definirán los requerimientos nutricionales según el perfil genético de cada uno. ¿Cuáles serán las posibles consecuencias de esto? Aún no lo sabemos, a lo mejor la composición de alimentos la definirá la industria y no la naturaleza y el consumidor probablemente perderá todo poder de decisión.
La visión pesimista y la visión optimista
A partir de este análisis podemos arriesgar dos visiones con respecto a lo que comeremos dentro de 50 años, sostuvo el Dr. Caballero para finalizar:
La visión pesimista, que predice que comeremos más calorías, comeremos más proteínas animales y comeremos más rápido... . Además comeremos menos alimentos vegetales y realizaremos menos actividad física.
Esta visión coincide con lo que pasa hoy en día, si no lo modificamos, seguiremos así.
Por otro lado la visión optimista predice que comeremos más alimentos definidos industrialmente (que si se hace en forma positiva será bueno), comeremos más proteínas de origen vegetal como los cereales y ... de todos modos ... seguiremos comiendo más rápido. Pero, comeremos menos alimentos “chatarra” y llevaremos una vida menos sedentaria.
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